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Sobre el Castillo

Datos arqueológicos

Intervenciones realizadas

 

El yacimiento arqueológico “Castillo de Montilla” viene siendo desde el año 1998 una importante zona de actuación patrimonial del Ayuntamiento de Montilla.


Se han realizado varias intervenciones sobre el yacimiento con el fin de acondicionarlo y rehabilitar el edificio principal de los graneros, destinado a acoger el Museo del Vino de Andalucía. Todas estas intervenciones, con sus respectivos proyectos e informes, se hallan incluidos en el expediente nº 354 de la Delegación Provincial de Cultura de Córdoba.


La primera intervención del año 1998, se centró en el desbroce, limpieza y primer acercamiento arqueológico al yacimiento con una serie de sondeos distribuidos por la práctica superficie del solar, que tenían como fin el conocimiento de la estratigrafía del lugar. Esta actuación estuvo dirigida por el arqueólogo José Manuel Bermúdez Cano que contó con la asistencia del también arqueólogo Raimundo Ortiz Urbano.


En junio de 1999 los Servicios Técnicos Municipales, a cargo del arquitecto Antonio ClaveroRodríguez-Carretero, redactaron el proyecto "Acondicionamiento del Castillo de Montilla para museo temático del vino de Andalucía”. Dicho proyecto comenzó por un estudio de las cimentaciones del edificio principal del granero del s XVIII que se habilitará para el museo, por lo que hubo de realizarse una intervención arqueológica.


La Intervención Arqueológica de Apoyo a Restauración, realizada entre febrero y septiembre de 2000, estuvo dirigida por José Manuel Bermúdez con la colaboración de los técnicos arqueólogos Jorge J. Cepillo y Raimundo Ortiz. Durante la misma se llevaron a cabo los trabajos previstos en el proyecto arqueológico. Con anterioridad y también paralelamente a estos trabajos se realizaron otros a nivel arquitectónico, como el picado de paramentos interiores del granero, la demolición de edificios modernos y estructuras parasitarias y la consolidación de la Muralla Exterior Noroeste. De estas actuaciones el equipo de arqueólogos se limitó a documentar los resultados en unas, y el proceso en otras.


Una vez concluida esta fase del proyecto, el Excmo. Ayuntamiento de Montilla encargó al arquitecto Juan Cuenca Montilla un estudio previo y un posterior proyecto de ejecución para comenzar la obra en el edificio, y dar una solución a los restos arqueológicos aparecidos durante la intervención arqueológica de apoyo del año 2000.


El Proyecto de Ejecución de Consolidación del Granero e Intervención en los restos arqueológicos en el Castillo de Montilla, fue autorizado con fecha 29-6-2001 por la Ilustrísima Señora Delegada Provincial de la Consejería de Cultura, en el que se presentaba una solución de ocultación y protección de los restos arqueológicos bajo geotextil y albero, y posterior fabricación de una losa armada que consolidara las estructuras verticales.


El proyecto que define los parámetros de la cuarta actuación, denominada Adecentamiento del Recinto del Castillo, centra su acción en el desbroce y limpieza de forraje vegetal. 


Con fecha 12 de enero de 2004 se presentó en la Delegación Provincial de Cultura el “Proyecto Básico de Ordenación del Recinto del Castillo y Restauración del Alhorí”. Al respecto, la Sra. Delegada Provincial de Cultura emitió una resolución con fecha 13 de febrero de 2004, recaída en expediente ABI/2/04. Una de las recomendaciones que se realizan en dicho documento es la de efectuar controles arqueológicos en las zonas que se vean afectadas por las actuaciones previstas en el proyecto arquitectónico, sobre todo en lo tocante a movimiento de tierras.


En Octubre de 2006 se confeccionó a petición del Excmo. Ayuntamiento, una separata titulada Fase 1 al objeto de su tramitación ante los Ministerios de Fomento y el de Educación, Cultura y Deporte. Su contenido se subscribe al Alhorí en lo que se refiere a sus elementos básicos.


Posteriormente se presentó la Fase 2 incluyendo los elementos que culminan el proyecto de Alhorí, así como el resto de actuaciones previstas en el recinto, es decir: la Tahona, Vestíbulo – Cafetería y el acondicionamiento de las Áreas Exteriores.


Derivado de dicha encomienda la contrata principal de la obra, contrata los servicios arqueológicos de Raquel Lopez Rodríguez, para que se haga cargo del “Proyecto de Actividad Arqueológica Puntual: Ordenación del Recinto del Castillo y Restauración del Alhorí 2ª fase”, dicho encargo se realiza con fecha 7 de mayo de 2009.


La intervención arqueológica fue diseñada en función de los datos aportados por la contrata principal y el proyecto del arquitecto D. Juan Cuenca, de manera que se decide realizar una actividad arqueológica en dos fases. Primero una fase de sondeos y de excavación del hueco del ascensor, que se localiza en el interior del Alhori, y una segunda fase de seguimiento en función de los resultados obtenidos, finalizándose, primeramente, la excavación el 12 de mayo de 2010, y después el seguimiento a mediados de Julio.

 

Situación y Geología de la zona

 

El yacimiento arqueológico se halla sobre el cerro situado más al norte de los que ocupa la actual población de Montilla (Córdoba), la cual tiene un desarrollo urbanístico en dirección norte-sur.

 

Geomorfológicamente, se encuentra en la Campiña de Montilla, entre la Campiña Cordobesa y las Sierras Subbéticas. La campiña cordobesa está formada por materiales terciarios que en los valles están cubiertos por otros Cuaternarios, y la erosión ha hecho que afloren los primeros. El paisaje es suave, con valles separados por lomas margosas con coronaciones calcareníticas. Encuadrado en el sistema hidrológico del Valle del Guadalquivir con rios de caudal irregular en las cercanias. Por el sur del término municipal discurre el Rio Cabra, que nace en dicha población, en los términos de Cabra y Monturque discurre por lechos triásicos por lo que acumula grandes cantidades de sales que a la altura de Aguilar permiten su explotación por evaporación; sus aguas desembocan en el Genil (NARANJO RAMIREZ, 1998).

 

Este rio se caracteriza por el aumento de su caudal ya que nace en la enorme esponja karstica de las subbeticas, donde se unen la capacidad de infiltración con las precipitaciones; las puntas de cudal y estiaje son menos pronunciadas en este rio con respecto a los demas ya que las calizas subbeticas regulan el flujo del caudal. El propio cerro de Montilla, debido a su geologia, es un lugar de surgencia natural del agua, procedente de un acuifero detritico con manantiales que aparecian en la ladera, existiendo gran numero de fuentes en el pueblo hasta hace pocos años, y que hoy están agotadas seguramente por sobre explotación.Los tipos de suelos dominantes son las rendsinas, xerorendsinas y los regosuelos que proporcionan un potencial agrícola importante (LEON MUÑOZ, 1998). La importancia agrícola actual se basa en el cultivo de la vid y el olivo, pero también debió existir una explotacion cerealistica y de leguminosas en el pasado.

 

Desde un punto de vista arqueológico medioambiental, se podría afirmar que este cerro fue elegido como lugar de hábitat debido a tres principales factores, que son su altitud relativa, su inaccesibilidad y la existencia de agua (ORTIZ URBANO):

 

  1. La relativa altitud respecto a la zona que lo rodea lo convierte en un importante punto de control visual dentro de la Campiña Cordobesa, comarca en la que se haya. La mayor distancia visual que se puede recorrer desde este punto viene dirigida hacia los puntos cardinales N y W, donde llega incluso a los 40 km, mientras que en las demás direcciones la distancia ronda los 15-20 km.

  2. Esa altura en relación con la pendiente de sus laderas intervienen conjuntamente para crear en su parte más alta una superficie de fácil defensa por lo prolongado e inclinado del cerro, cuyo principal acceso se realiza por su parte sur, donde la pendiente resulta menos acentuada.

  3. Respecto a la cercanía de agua, es un factor fundamental que influye, si no bien determina, la localización y distribución de los espacios de hábitat en el territorio. En el caso que nos ocupa, el propio cerro debido a su geología es un lugar de surgencia natural de agua, con manantiales que aparecían en las laderas, hoy desaparecidos debido quizás a la sobreexplotación de los acuíferos naturales para tareas como el riego de los cultivos, y de los que tenemos constancia de su existencia no hace más de 40-50 años.

 

Por esos claros factores beneficiosos para el asentamiento de comunidades humanas, el lugar ha sido ocupado durante dos largos periodos de tiempo, interrumpidos por otro largo lapsus de abandono: 

ORIENTALIZANTE E IBÉRICO-TURDETANO

s. VIII a.C. al s. I d.C.

Desaparece el poblamiento del cerro

ETAPA MEDIEVAL Y MODERNA (Castillo)

Hacia el año 1.274

En Montilla las técnicas constructivas y materiales empleados en la construcción vienen determinados por los recursos naturales del entorno así como por la tradición en el uso de los mismos en unión con las nuevas aportaciones generadas por las colonizaciones. Centrándonos en el tema de los materiales, la intervención mostró el uso de tres materiales básicamente: la piedra, la tierra y la cal.
Las técnicas constructivas son fruto tanto de la disponibilidad de materiales y del conocimiento en el uso de los mismos, que procede principalmente de la tradición, como de los contactos con el mundo orientalizante. Los sistemas constructivos no cambian de manera significada entre los periodos Orientalizante e Ibérico-Turdetano, apreciándose un ligero avance evolutivo desde el primero hacia el segundo, avance que consiste en la complejización de algunos elementos tales como los pavimentos.
El alzado de los muros usa técnicas conjuntas, de modo que constan de un zócalo construido de piedra y se completan con tapial o adobe, aunque se documentaron dos casos de alzados de adobe desde su base.

Dentro del tema de las dimensiones y/o módulos que nos sirvan para realizar comparativas, la anchura es la única dimensión que puede sernos más indicativa; se identificaron tres módulos, uno de entre 64/70 cms, otro de 50-60 cms y otro de 27-32 cms. El primer grupo ha sido datado en el s. VII a.C., mientras que el segundo lo relacionan con el codo grande fenicio de 0,55 cm. El tercer grupo de muros más estrechos se han identificado como particiones internas sin cargas portantes.

Los muros no tienen fosas de cimentación, aunque se observa cierta preparación del terreno, ejemplos de muros sin zanja de cimentación existen en Ategua, la Saetilla, Doña Blanca y Alhonoz con dataciones en los s. VIII – VII a.C.
El tratamiento de las superficies exteriores así como algunos restos de revocos en los rellenos junto a los muros, indican que las estructuras emergentes se protegieron exteriormente con revestimientos en los que la cal era el componente esencial.
Junto a los muros aparecen relacionados con ellos los pavimentos, también muy diversos en cuanto a tipología. Aparecen de arcilla blanca, de cantos, o de tierra arcillosa apisonada y cubierta por una fina capa de cal (a veces pintada de rojo), incluso con un preparado de
piedras planas bajo la capa de tierra apisonada que refuerzan la estabilidad de la superficie.
Los pavimentos de tierra batida son los más abundantes en los yacimientos orientalizantes de la zona, como Ategua y Colina de los Quemados, donde aparecen pavimentos superpuestos de tierra roja apisonada, revocados de cal cuya superficie está pintada de rojo, con cronología
entre siglo IX y VI a.C2. Otro paralelo es el hallado en el palacio de Saltillo de Carmona, donde se documenta un proceso de continuo remozamiento de los suelos aplicando capas sucesivas de cal con tinte rojo.
Además de estas estructuras murarias aparece el testimonio de un silo de cereal de 1,5 m de diámetro y 1,20 m de profundidad, compartimentado por un pequeño murete que divide su interior en dos zonas. Otras estructuras excavadas fueron interpretadas como almacén de cereal o “silos”, un caso de 223 cms de diámetro y otros dos más de 180 cms de diámetro. En el primer caso, es una estructura muy bien realizada y con un acabado cuidado, ya que se encuentra revestido en su interior con una capa de arcilla de unos 2 cms, que actúa como aislante. Estos hallazgos vienen a sumarse a las estructuras del mismo tipo halladas en la intervención del año 1999.

Centrándonos en el urbanismo del poblado, se puede identificar el modelo de organización y distribución de los espacios de habitación con el de los asentamientos en ladera escalonada, modelo apreciable ya en este yacimiento para el periodo Orientalizante, aunque se sigue usando a lo largo del siguiente periodo Ibérico-Turdetano.
Se trata de un caso de adaptación a la topografía del terreno provocado posiblemente por una ampliación del poblado que coincide con la etapa Orientalizante del mismo. Coincidente con la adopción de nuevas técnicas agropecuarias y una nueva tecnología con la aplicación del hierro se produciría un aumento demográfico que provocaría una expansión del área dehábitat, y que ocuparía las laderas más favorables al establecimiento y de una defensa más fácil, como la ladera NW, una de las más inclinadas pero que posibilita la realización de aterrazamientos sobre los que edificar las estructuras de habitación. Estos aterrazamientos,dispuestos en número de tres paralelamente unos de otros, se advierten en unos muros aparecidos en la ladera antes mencionada, muros que actuarían de sostén del terreno, cada uno de los cuales daría lugar a una distinta nivelación hacia cada cara del muro, una en relación con su parte más alta y otra coincidente con la zona inferior de su alzado.

 

Este tipo de aterrazamientos ha sido ampliamente documentado en la excavación del solar de la Escuchuela, donde se ha conservado en excelentes condiciones la evolución urbanistica del asentamiento. La extensión de este hábitat, es por tanto bastante amplia, excediendo el recinto del castillo, ya que existen evidencias de la existencia de estructuras y restos materiales en las cuatro direcciones partiendo de la zona estudiada. Si bien hacia el NW por la ladera se han localizado alineaciones de estructuras aterrazadas que sobresalen de la superficie, asi como por el extremo oriental, la mayoria de las noticias que se tienen provienen de comunicaciones orales con aficionados a la Arqueología que han seguido con interés durante años las remociones de tierra de los aledaños del castillo, en su conocimiento de que existía un asentamiento que se salía de los límites del solar, mucho más extenso que el mismo.
El origen de este asentamiento se remonta, en cuanto a lo que las estratigrafías han mostrado hasta ahora, a un periodo que coincide con la aparición de las primeras estructuras de planta cuadrada y de las primeras producciones locales a torno, al que se puede dar una cronología de principios delsiglo VII a.C. si paralelizamos este caso con los más cercanos de los yacimientos de Colina delos Quemados (Córdoba), Llanete de los Moros (Montoro), y Torreparedones (Baena) en laprovincia de Córdoba, y Porcuna y Cerro de la Plaza de Armas de Puente Tablas en Jaén3.La aparición de estos dos elementos está en profunda relación con un componentecultural foráneo de procedencia oriental, que traslada además nuevas tecnologías en varioscampos, las cuales promueven un desarrollo económico favorecido por la acumulación deexcedentes y las relaciones comerciales.

La valoración global de este periodo en el yacimiento es muy positiva. Este periodo, en la historia general del Mediterráneo Occidental, representa el primer atisbo de civilización, generado por la relación con colonos orientales (fenicios). Los cambios que estos contactos producen, de tipo económico, social, ritual, etc. se aprecian en varias regiones de la Peninsula Ibérica, como el valle del Guadalquivir, el valle del Guadiana, la costa mediterranea, etc. Y es conocido como “Cultura Tartésica”, que se puede considerar la primera civilización de Occidente. Aunque se sabe que los influjos orientales llegaron hacia el interior de la Peninsula, el fenómeno de la colonización tradicionalmente se ha centrado en las zonas costeras, y es ahora que comenzamos a conocer mejor los lugares al interior. La riqueza en extensos yacimientos de este periodo en las Campiñas de Sevilla y Córdoba indica que en estos lugares se desarrolló una cultura muy diferente a la que por entonces había en el resto de Europa, con la excepción de las zonas griegas, más compleja y desarrollada.
Las excavaciones arqueológicas desarrolladas en el Castillo de Montilla no han hecho sino demostrar un dato que ya se suponía, y era la existencia de una gran aglomeración de poblamiento en su cerro, formando un establecimiento poblacional organizado, estructurado en parcelas y calles, con edificios de paredes rectas y plantas ortogonales, una de las primeras “ciudades” de occidente.
La importancia del gran asentamiento hallado en Montilla disminuye si lo comparamos en términos relativos con algunos de los asentamientos que también existieron en algunos lugares cercanos, que se presumen al menos de similar tamaño que el de Montilla, y que se sitúan en casi todos los pueblos del entorno. Esta aglomeración de poblamientos de entidad en espacio tan reducido, y en época tan temprana es lo que realmente llama la atención. Pero Montilla es hasta ahora una isla por explorar, ya que no se han excavado convenientemente los yacimientos circundantes, lo que no permite disponer de una visión global de esta cultura en el entorno de la Campiña cordobesa. Por tanto, el yacimiento de Montilla constituye un punto indispensable para el entendimiento, la interpretación y la difusión de la Cultura Tartésica en elinterior del Valle del Guadalquivir.

El periodo ibérico-turdetano se muestra como un continuador de la herencia anterior. En el yacimiento del cerro de Montilla se han documentado dos módulos de muro para este periodo, uno es una partición, mientras que el otro resalta por sus dimensiones, ya que tiene una anchura de 1m; este muro tiene un carácter singular debido a esas dimensiones y es de cronología imperial (s.I a.C. – principios I d.C.). En general todas las técnicas constructivas perduran.

En Montilla, los restos ibéricos del cerro no aparecen con claridad dentro del recinto del castillo, aunque si al menos en la ladera oriental, donde hay evidencias de una continuidad en el habitat hacia el s. V a.C. Tal vez parte de esta laguna documental se deba a que existió con posterioridad un arrasamiento en época medieval y moderna; sin embargo parece claro el hiatus ocupacional que se produce en lo alto del cerro desde finales del periodo turdetano hasta época medieval, siendo claro el vacio en época romana. Respecto a este periodo, existen noticias de restos en superficie y materiales descontextualizados que nos hablan de una ocupación en Montilla pero en otra localización, ladera abajo, en zonas más llanas y más cercanas a los cursos de agua. Este cambio en el patrón de asentamiento nos está apuntando a unos cambios poblacionales importantes y a nuevas estrategias económicas.

 

El poblamiento ibérico se interrumpe aproximadamente en el s. I d.C., desde entonces, y hasta mediados del s. XIII d.C., no se documenta ningún tipo de ocupación en el yacimiento. Hemos de suponer que el cerro quedó completamente abandonado, hasta la construcción ex novo de un pequeño recinto fortificado. De él se documentó, durante la Intervención Arqueológica realizada en el año 1999, lo que suponemos uno de los tramos de su muralla exterior. Las estructuras pertenecientes a este “primer periodo constructivo”, están muy alteradas por las cimentaciones de los muros pertenecientes a una “fortaleza señorial”, de la que trataremos más adelante. Este hecho, nos impide formarnos una idea, si quiera aproximada, sobre extensión o la entidad de la construcción primitiva. No así sobre su cronología, la posición cronoestratigráfica del tramo de muralla, así como la técnica de construcción –mampuesto dispuestos en espiga- indican una fecha centrada entorno a mediados del s. XIII. Estos muros de mampostería constituirían un zócalo, sobre el que se levantaba un alzado de tapial. Un ejemplo del empleo de esta técnica lo encontramos en los muros perimetrales del cercano castillo de Dos Hermanas.
Apuntamos aquí la posibilidad de la construcción ex novo de una fortaleza ad quem 1274, construcción enmarcada en el proceso de formación del señorío de Aguilar bajo los Yáñez Donival.

La fortaleza Enriqueña: Teniendo en cuenta la toma, por asedio, de la fortaleza de Aguilar, y la ejecución de su nuevo dueño, Alfonso Fernández Coronel, no es descabellado suponer que la atalaya de Montilla fuera desguarnecida y abandonada, quedando en el recuerdo de los nuevos pobladores leoneses como una torre situada en despoblado: “Quedicha villa (Montilla) antes que fuera poblada era una torre que estaba en el campo desierta”.Amortizando por completo las estructuras anteriores, existe un recinto cuadrangular,que ocupa la zona superior del cerro. Éste, está formado por una cerca de tapial, reforzada conborjes adosados a las esquinas y a los lienzos intermedios. Su perímetro es de plantaaproximadamente rectangular, y con unas dimensiones de 38.90 por 31.70 m. La técnica deltapial, y la evolución de la construcción militar en la zona, son razones suficientes paraconsiderar esta segunda etapa como perteneciente al reinado de Enrique II. Más aún siconsideramos que Montilla fue villa de realengo aproximadamente desde 1344, y que estaposesión fue un bien enriqueño donado en 1371.

La Fortaleza de los Fernández de Córdoba. En este periodo constructivo se integran, al menos dos grandes fases.
La primera fase está formada por el recinto sobre el cual se asienta el Alhorí de 1722. El recinto es de forma rectangular con unas dimensiones de 28,30 por 37,50 m. Adosado al exterior del lienzo existe una torre-contrafuerte rectangular, de 2,59 por 5.68 cm. Por el momento no podemos ofrecer datos concluyentes sobre la articulación interior del recinto.
Aunque parece desarrollarse en torno a un espacio central sin edificar. Este espacio estaría envuelto por dos crujías, una al noroeste y otra al sudeste. La crujía noroeste contaría con un semisótano o galería soterrada. En el interior del patio se sitúa un aljibe y un pozo, así como los desagües del mismo. En la esquina SW y fuera de este recinto se ubica una gran torre rectangular de 9,60 por 9,40 m. A esta torre se le adosan dos muros con la superficie exterior inclina, que podría corresponder a la escarpa de un foso. Estos muros están alienados con la muralla de tapial, que delimita el recinto de la fase anterior.

En esta misma fase se construiría una muralla exterior. En el lado SW del recinto de esta muralla existió un adarve aspillerado. En este mismo lado, se situaba el acceso principal al recinto exterior. Es probable que este acceso se articulara con dos torres que flanquearían la puerta. De estas torres tan solo se ha localizado el acceso a una de ellas, a la que se accede a través del adarve.

Durante la segunda fase, la fortaleza se acondiciona para un uso palaciego. Se construirían nuevas edificaciones en las zonas abiertas, entre el recinto interior y la muralla exterior, y se acondicionan los espacios de la fortaleza de la fase anterior. A este periodo pertenece un gran cuerpo edificado exento, de unos 17 m de longitud y 15 m de anchura. Está articulado en tres naves, bajo la nave central tiene un sótano abovedado. Gracias al aprovechamiento de esta estructura en los edificios auxiliares del granero de 1722, de este edificio se conserva gran parte del alzado de la nave lateral SW. 

Este edificio cuenta con cuatro puertas, dos menores, abiertas al lado del adarve, y que dan acceso a la crujía central ya la SE. Dos más situadas en la fachada principal del edificio, al SE, y una última en la fachada trasera. Las que conservan alzado, las de la fachada principal, dos portadas góticas. El edificio contó con ventanas en el cuerpo superior, dos de ellas se ha conservado enmascaradas en las fábricas del s. XVIII.Toda la zona oriental del recinto se dedicó a espacios de almacenamiento. Estos espacios se ordenan en torno a dos largas crujías adosadas a la muralla exterior.También adosado a este lienzo de muralla, se construyó una torre. Esta es un ejemplo paradigmático que explica la evolución de las torres de flanqueo, acondicionadas para un uso pirobalístico a los cubetes artillados del s. XVI.

La torre es de planta rectangular de 7,80 por 7,20 m. El espacio útil interior es mucho más reducido, tiene una planta de 2,59 por 2,70, a la que se abren cuatro aspilleras, el resto está macizado. El núcleo de la obra es de un mortero de cal con pequeños ripios y cantos revestido de sillería al exterior y de sillarejos regulares al interior. El conjunto de la estructura está completamente arrasado, conservando un alzado máximo de 2 m en el macizado de la esquina sudeste, y algo más de unos 3,90 m en el noreste. Los ángulos opuestos están arrasados al nivel de suelo interior, conservando un alzado de entre 40 y 33 cm el macizado de la aspillera. Igualmente se conserva el paramento interior noroeste, dónde existe un acceso desde el interior de la fortaleza hacia la torre. Este acceso se realiza mediante un vano con dintel conopial y una escalera mediante la cual se accede a un pasillo interior. El espacio interior estaría cubierto mediante bóveda de la que se conserva el arranque de la plementería. Los huecos de las aspilleras estarían cubiertos con bóveda en viaje, cuyo arranque de ladrillo se conserva el arranque en la aspillera situada al sudeste.
Al exterior la torre cuenta con un retranqueo a bisel recto en la base de la mima, situado a unos 40 cm del nivel de suelo interior de la torre. El lienzo nordeste (Sondeo Torre-1) es visible la cimentación. Esta tiene unos 3 m de potencia, y su paramento exterior es de sillería. Rellena una estrecha zanja de unos 40 cm de anchura. En este tramo conserva una tronera completa. Esta es de orbe y palo al interior y de orbe y palo rematada en una cruz al exterior. Los paramentos interiores y exteriores existen numerosas marcas de cantería, hasta siete distintas.

Al mismo tiempo que se realizaban estas construcciones de nueva planta, se remodeló el espacio interior de la fortaleza primitiva. El gran patio central de ésta se dividió en dos mediante la construcción de un segundo patio porticado. Al mismo tiempo se compartimentaron las crujías preexistentes, y se construyó una nueva en el cierre SE del pórtico. A esta fase pertenecen también los únicos pavimentos conservados de la fortaleza. Por último la totalidad del espacio SW y NE está ocupado por casas.
Parece probable que la primera fase de esta etapa pertenezca al momento fundacional del señorío de los Fernández de Córdoba.
La ampliación y monumentalización principal, es algo posterior. La presencia de torres con cámaras de tiro, troneras de orbe y cruz, y las marcas de cantería fechan con precisión las estructuras de la segunda fase en los últimos años del s. XV. Es posible que las obras palaciales y el acondicionamiento pirobalístico se iniciaran en 1424, aunque algunos de los elementos decorativos indican una fecha algo más tardía. Por ello pensamos que las obras continuaron durante años, sobre todo bajo el dominio de Alfonso Fernández de Córdoba (1455-1501). Por citar algunos paralelos cercanos estas últimas construcciones son muy similares a la última etapa constructiva de la fortaleza de Aguilar (LEÓN, 1998,123-24), o a las de Monturque (QUINTANILLA, 1979, 145). Como es bien sabido esta fortaleza fue parcialmente demolida en 1508, tan solo apuntar que la demolición fue realizada mediante minado de los cimientos, hecho del que queda buena prueba en el yacimiento.

 

 

Históricamente se da por hecho la destrucción completa, y el abandono de la fortaleza a partir de 1508. Destrucción que no está documentada en referencias documentales concretas. Desde el punto de vista arqueológico, el arrasamiento constatado en el recinto interior, no parece corresponderse con este periodo sino más bien con la gran remodelación para la construcción de los graneros de 1722. Evidencias claras de estas circunstancias se observan en la era donde previamente a la construcción se niveló el terreno con el fin de lograr una plataforma horizontal. Cierta destrucción intencional fue observada en dos zonas del yacimiento: la torre nº 1, con el tramo de muralla exterior SE asociado a ésta, y en las estructuras asociadas a la torre nº 2. En ambas zonas existen potentes estratos procedentes del derrumbe intencional de las estructuras, en particular en la zona de la torre nº 1. Todas estas destrucciones, y otras que se han documentado durante la intervención arqueológica, aunque intencionales, son de difícil adscripción al año 1508, ya que el arrasamiento aparece vinculado a las transformaciones del siglo XVIII. Es posible pensar que ciertos elementos emblemáticos de la fortaleza fuesen demolidos como escarmiento, pero sin duda no es muy practico demoler un espacio que está poblado y que siguió estándolo en el siglo XVI.
Lo que sí constataron en otras campañas es que en toda la zona situada bajo las estructuras que se adosaban a la casa del portero y medidor, no existió un derrumbe intencional durante este periodo. Por el contrario, se han conservado, integradas en la casa de portero y medidor del s. XVIII, parte del alzado de la 2ª planta del antiguo palacio-Fortaleza. Por ello suponemos que parte de las estructuras siguieran en uso, incluso que sobre ellas se realizaran reformas o mejoras. Sea como fuere, en 1510 una cédula de Doña Juana da licencia al Marqués para reedificar la fortaleza de Montilla. No conocemos si ésta se llevó a cabo, ni qué alcance tuvo. Es posible que en 1534, aún existiera el palacio construido en 1424. A pesar de ello, las escasas referencias documentales indican un cambio drástico en la funcionalidad de estos edificios. En 1563 se financia compra de una casa con las rentas de la Silera y el Alhorí viejo del castillo. Poco antes existen noticias sobre la compra de madera para la construcción del Alhorí del castillo. Es muy probable que algunas partes de las antiguas construcciones continuaran en uso, y fueran remodeladas durante los primeros años del s. XVI. Algunos de los elementos constructivos, y sobre todo el programa decorativo del edificio palacial (casa del portero y medidor) apuntan hacia esta pervivencia.
Para el siglo XVIII existe documentación sobre la construcción del Alhori y edificaciones anexas, siendo de especial interés los grabados de Camacho, asi como las reformas de la cerca perimetral.
Esta es una cerca que actúa como muro de contención de las laderas y cierra el perímetro del recinto. La cerca tiene una anchura de entre 40 y 50 cms. y una altura entre 2 y 4 mts. La obra original de la cerca es, en su mayor parte, de tapia con verdugadas de ladrillo, muy pobre en cal y enmarcada en pilares de mampostería. Presenta numerosas reparaciones, realizadas con distintas técnicas, desde mampuesto hasta tramos de hormigón. En la mayor parte de su alzado, presenta huecos de desagüe, lo que indica que su función principal fue lacontención de las tierras que rellenaron la ladera. Parte de esta cerca cimienta directamente sobre la antigua muralla de tapial (tramos nº 1, 3, 4, 5). Existe documentación sobre su reforma completa durante los años 1722-23, durante la construcción de los graneros, y posteriores:

Tiene la zerca en toda su zircunferencia 914 (160,49 mts.) baras las mismas que antiguamente servian a dicho castillo de defensa exterior sobre las cuales se han reedificado dichas cercas, como se ve en los diseños de los cuatro costados. 

Libros de Contaduría Juan Benítez prevé la recomposición de 192 mts. lineales 16 octubre de 1834.

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